El empresario cordobés Fran Gálvez decidió liderar este proyecto entre Carmona y Marchena tras volver de California
Este viaje comienza en una encrucijada de caminos de arena que surcan una vasta y ondulada extensión de tierras de secano, en un horizonte cuyo límite está en el lejano escarpe sobre el que se recortan las viejas torres de Carmona. Cerca de los términos de Fuentes de Andalucía y Marchena, al remontar una de las suaves lomas del terreno, un letrero sostenido por unas llamativas estacas naranjas rompen con la monotonía del paisaje. «El Valenciano, Rural Innovation Hub», anuncia. Y tras el cartel, la escena se llena de olivares en hilera. Ahí empieza la aventura de una finca de regadío reconvertida en una «startup» en medio de una las comarcas más tradicionales del campo andaluz.
En el cortijo, una gran sala diáfana con cristaleras mezcla la estética de una finca rústica de la campiña con el de una empresa tecnológica de Silicon Valley. El impulsor de El Valenciano, el empresario cordobés Fran Gálvez, resume su idea. «El campo necesita talento y esto exige que los jóvenes lo perciban como un sector atractivo; cuando vienen aquí les encanta».
Se la conoce como El Valenciano porque era el gentilicio de su anterior propietario. Gálvez dirige Galpagro, una compañía familiar (fundada por su padre) que está asesorando actualmente más de 50.000 hectáreas de cultivo, y que adquirió esta explotación para desarrollar conceptos innovadores en el olivar. Había estudiado Derecho y Marketing y al terminar sus estudios pasó una temporada en California, donde su visión del sector cambió radicalmente.