En la década de los setenta trabajaban más de mil operarios bajo su extenso techo de dientes de sierra, donde se fabricaban cajas de cambio y componentes para vehículos industriales. Sin embargo, la actividad de la vieja factoría de Industrias Subsidiarias de Aviación (ISA) en el Polígono Calonge declinó paulatinamente en los años noventa, hasta que fue rescatada por el antiguo IFA (Instituto de Fomento de Andalucía), reconvertida en una cooperativa de trabajadores (denominada TAMC) y vendida a MP Corporación.
Mantuvo una parte de su antigua actividad y albergó los nuevos negocios en los que entró la compañía de la familia Madariaga (como el área de medio ambiente y el negocio aeronáutico), pero la venta de estas filiales a partir de 2012 vaciaron finalmente la planta, una de las mayores instalaciones industriales de Sevilla.
Aunque ha pasado muy desapercibido, en los últimos meses la mítica planta de ISA ha recuperado su actividad. Y lo ha hecho como una especie de «sastrería» con una plantilla de 400 trabajadores y con capacidad para fabricar 12.000 ascensores al año. «Teníamos la actividad dividida en dos naves situadas en Navisa y en el polígono hacienda Dolores, en Alcalá de Guadaíra, y necesitábamos un nuevo emplazamiento para unificar y elevar nuestra capacidad industrial», afirma Eugenio Barroso, director general de MP Ascensores, que añade: «Estudiamos muchas posibilidades en Sevilla, y no encontramos un emplazamiento mejor que la fábrica de Calonge».
En este momento MP fabrica 6.000 ascensores al año, de los cuales el 85% se comercializan fuera de España (en este momento uno de sus principales clientes está en Australia y han suscrito un acuerdo para crecer en Pakistán). Barroso remarca que «hasta 2021 la meta es crecer un 7% anual, a partir de ese momento la compañía pisará el acelerador para superar las 9.000 unidades en los siguientes tres años». En torno a 2025 llegará la hora de soñar con ocupar al 100% toda la capacidad de la planta.
Esta inversión ha tenido un movimiento paralelo en Zaragoza, donde MP realiza la cabina, el chasis y el soporte. Allí se reciben los componentes que realiza Sevilla, se ensamblan y se envían al cliente final. El proceso de fabricación y entrega se culmina en apenas seis semanas. «En Zaragoza hemos desembolsado 2,7 millones, para unificar también nuestras plantas y acompasar su capacidad de crecimiento con la de Calonge». Ahora la meta es optimizar el coste del ascensor un 7,5% en tres años.
El principal negocio de MP es el ascensor hecho a medida, un segmento en el que las grandes multinacionales son menos competitivas. Esto hace que la automatización de procesos sea más compleja, pues no se fabrica en serie. Y de hecho, le da a la planta de Calonge un cierto aspecto de sastrería, pues en cada fase del proceso —ya sea el corte del metal para las puertas o la preparación del cableado para los cuadros de mando— se hacen piezas según las indicaciones de cada cliente.
El otro gran salto adelante ha sido en el área de I+D+i. Uno de las mayores inversiones ha sido para la construcción de una torre, equivalente a un edificio de seis plantas, en las que se pueden probar de manera simultánea cuatro ascensores. «En MP hacemos ingeniería de diseño para diseñar nuevos modelos de ascensor, y esto implicaba mejorar nuestra capacidad de ensayar de forma permanente». La firma también está avanzando en el concepto del ascensor conectado, para lo que mantiene acuerdos con multinacionales tecnológicas como Vodafone y Telefónica, y forma parte de la Corporación Tecnológica de Andalucía.
La factoría de Calonge es también un acicate para la propia imagen industrial de la compañía, ya que con la dispersión de su actividad en diversas plantas, como ocurría hace un año, «no se contemplaba en su integridad la aportación de esta compañía para el sector industrial hispalense», concluye.